Pese a que el Pentágono suspira por ellos, no hay soluciones prácticas a la vista
De Miguel Artime
La historia cuenta que Desmond Doss, un pacifista objetor de conciencia que se negaba a coger un arma, fue galardonada con la Medalla del Honor por salvar la vida de más de 75 soldados heridos, poniendo en riesgo su propia vida, desde su puesto en el servicio médico del ejército de los Estados Unidos. Lamentablemente no todos los paramédicos tienen la fortuna de Doss, muchos de ellos acaban muertos en el campo de batalla por intentar salvar la vida de sus colegas. Esa es la razón de que el Pentágono lleve años pidiendo soluciones tecnológicas viables que ayuden a evacuar a soldados heridos del campo de batalla.
El UAV que salvará la vida de soldados israelíes |
Lo cierto es que ya existen vehículos manejados por control remoto capaces de transportar un herido, tal es el caso de la aeronave Black Knight Transformer, pero queda un largo trecho - a pesar del interés del Pentágono - hasta que existan robots capaces, no solo de rescatar, sino de aplicar primeros auxilios e incluso de tranquilizar a los soldados caídos bajo fuego enemigo en un lugar de enfrentamiento. Pensar en contar con algo así en un futuro cercano es ciencia ficción.
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Ya hablando de ciencia ficción, os dejo con un trocito relevante de una historia que versa precisamente sobre robots de rescate en campos de batalla. Su autor es el editor de la revista "War is boring" David Axe, antiguo periodista especializado en temas de defensa. La historia, de temática sci-fi se titula "Todo va a salir bien", y habla sobre los Bear (Oso) una clase de robot médico encargada de salvar vidas humanas.
No enviamos a demasiados seres humanos a la Zona de Enfrentamiento, pero cuando lo hacemos y uno de ellos resulta herido, el trabajo de los Bear es literalmente recogerlos y traerlos de vuelta a la estación de ayuda. Al puesto de socorro humano, quiero decir.
Bueno los médicos (sí, les llamamos así a pesar de que "mecánicos" o incluso " demoledores" sería probablemente más preciso) llegan rodando en su remolque destartalado, y en realidad el propio Bear parece estar algo deprimido. Hombros redondeados. Arrastrando los brazos. Una especie de gesto derrotado.
Los últimos Bears realmente pueden hablar, o algo así. Tienen sensores que leen las expresiones humanas y algoritmos simples que introducen una serie de frases pregrabadas que emiten a través de un altavoz integrado en su pecho robótico. "Todo va a salir bien" es la principal. Y maldita sea si no parece que este Bear se lo está diciendo a sí mismo, una y otra vez a un volumen bajo, como si se tranquilizara a sí mismo. "Todo va a salir bien. Va a salir bien".
De Miguel Artime
De Miguel Artime
Me enteré leyendo Popular Science.
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