PERIODO 2001-2015; HONDURAS, PAÍS PERCIBIDO COMO EL MÁS CORRUPTO DE CENTROAMERICA


Es de notar que es necesario dar un apoyo real y contundente  a Honduras  por sus bienvenidas iniciativas positivas de combatir y abatir la corrupción y la impunidad; durante los años 2014-2015 ha avanzado positivamente en la reducción de la percepción de  corrupción, pues en dos años se han  bajado 28 posiciones de rango comparativo con los paises que aparecen en el IPC 2014  y  2015 de la muy connotada y respetada Organización: Transparencia Internacional. -De continuar con este empuje al cierre del actual gobierno  se podrá sacar a Honduras del vergonzoso podium de ser percibido como el país más corrupto de Centroamérica y quedar con rango de dos dígitos y unirse al club de Costa Rica El Salvador y Panamá, para seguir avanzando en quedar en los primeros 30 lugares del planeta en los proximos 20 años. 

Sin embargo,  es de hacer notar  que los primeros  15 años  de este siglo XXI; Honduras ocupó 7 años como el país más corrupto del Itsmo centroamericano, posición que lamentablemente antagoniza estrechamente con Nicaragua y siguiéndoles discretamente  Guatemala. 

De haber algún cambio de fuerza en la tendencia  actual, Honduras podría caer  no solo en un Estado fallido precedido por  una democracia fallida, si no que tambien podría convertirse potencialmente en un Estado desestabilizador  del Itsmo (junto con Guatemala es un país bi-oceánico que tiene frontera terrestres con tres paises del istmo, en la región históricamente fue el primer país en usar ametralladoras en una guerra civil); al tener una población altamente creciente y joven pero con los indicadores sociales y económicos más deprimentes de la región y expuesta al crimen organizado, una clase política cortoplacista con poca o nula capacidad de consenso de estadistas, Presupuesto nacional con sobrepeso en seguridad y defensa, una empresa privada indexada altamente al capitalismo estatal y un sospechoso atisbo de  populismo nacionalsocialista light;  contrastando con sus últimos emprendimientos de infraestructura vial y financiera, sus únicas/envidiables/codiciables  bondades  de ubicación geoestratégica, recursos naturales y energéticos  y por que no decirlo, sus oportunidades  geopolíticas que supieron aprovechar sus patriarcas en el siglo XIX. En hora buena por los resultados; pero hay que ir por más. 

En 2015 murieron 57 millones de personas

Análisis de Joseph Chamie

El VIH/sida es una de las principales causas de muerte en los países de bajos ingresos. En la imagen, una pareja seropositiva con su hijo en Kenia. Crédito: Isaiah Esipisu/IPS.
El VIH/sida es una de las principales causas de muerte en los países de bajos ingresos. En la imagen, una pareja seropositiva con su hijo en Kenia. Crédito: Isaiah Esipisu/IPS.
NUEVA YORK, 16 ene 2016 (IPS) - En todo el mundo se produjeron 57 millones de muertes en 2015, lo cual equivale a 0,78 por ciento de los 7,300 millones de habitantes. En el año hubo 140 millones de nacimientos, lo que resulta en un incremento neto de población de 83 millones de personas.
Las principales causas de muerte en el planeta fueron la cardiopatía isquémica, los accidentes cerebrovasculares (ACV), las infecciones de las vías respiratorias bajas y la enfermedad pulmonar obstructiva crónica.
Las principales causas de muerte varían considerablemente según la situación socioeconómica. En los países de bajos ingresos prevalecieron las defunciones por infecciones de las vías respiratorias bajas, el VIH/sida, las enfermedades diarreicas y los accidentes cerebrovasculares.
Dos terceras partes de todas las defunciones se deben a enfermedades no transmisibles, en particular a las cardiovasculares, el cáncer, la diabetes y las enfermedades pulmonares crónicas.
Las enfermedades cardiovasculares son la principal causa de muerte, lo que equivale a casi un tercio de la mortandad mundial.
Los principales factores de riesgo de las enfermedades cardíacas, pulmonares y los ACV son una dieta poco saludable, inactividad física, consumo excesivo de alcohol y de tabaco. El cigarrillo es responsable de la mortandad de aproximadamente 10 por ciento de los adultos.
Las enfermedades transmisibles, junto con las complicaciones maternas, neonatales y de nutrición, acumulan cerca de 25 por ciento de las defunciones. Las enfermedades infecciosas más letales son las infecciones en las vías respiratorias bajas, el VIH/sida, las enfermedades diarreicas, la malaria o paludismo y la tuberculosis.
Aunque se avanzó en la reducción de la mortandad materna, esta sigue siendo alta. Cerca de 830 mujeres mueren diariamente debido a complicaciones sufridas durante el embarazo y el parto. Los números son especialmente altos en algunos países africanos, como Chad, Malí y Somalia, donde al menos 25 por ciento de las muertes de mujeres en edad reproductiva se deben a esta causa.
Las principales causas de muerte en los niños y niñas menores de cinco años son la prematuridad, la neumonía, la asfixia al nacer, el traumatismo durante el parto y las enfermedades diarreicas. En 2012 aproximadamente 40 por ciento de estas defunciones ocurrieron dentro de un plazo de 28 días de nacer, y la prematuridad fue responsable de 35 por ciento de esas muertes.
Las lesiones son responsables de casi una décima parte de todos los fallecidos. Los accidentes de tránsito, en particular, se cobran unas 3.500 vidas cada día y son la principal causa de muerte entre las personas de 15 a 29 años de edad. Aproximadamente 75 por ciento de los muertos en accidentes de tránsito son hombres, y uno de los factores de riesgo más importantes es el consumo de alcohol.
Más de la mitad de las muertes en el mundo se producen después de los 65 años, pero eso varía mucho según el nivel de desarrollo del país. En Japón, por ejemplo, 60 por ciento de los fallecidos tienen más de 80 años. La mortalidad de los menores de cinco años equivale a 0,26 por ciento de todas las defunciones y las posibilidades de que una niña o niño japonés no llegue a cumplir los cinco años es de una en 333.
Por el contrario, en Nigeria casi 60 por ciento de los fallecidos no cumplieron los 30 años, la mortalidad de los menores de cinco años equivale a 37 por ciento de todas las muertes y las posibilidades de que una niña o niño nigeriano no llegue a cumplir los cinco años es de aproximadamente una de cada ocho.
Las principales causas de muerte también varían considerablemente según la situación socioeconómica. En los países de bajos ingresos prevalecieron en 2012 las defunciones por infecciones de las vías respiratorias bajas, el VIH/sida, las enfermedades diarreicas y los ACV.
En los países de altos ingresos, por el contrario, las principales causas de defunción se debieron a las cardiopatías isquémicas, los ACV, el cáncer de tráquea/pulmón y el Alzheimer y otros tipos de demencia.
El suicidio provocó más de 800.000 muertes en 2012 o alrededor de 1,4 por ciento de todos los fallecidos en el mundo. Debido a las presiones religiosas, sociales y legales, el número de casos de suicidio denunciados es inferior al real.
En 2012 más de 75 por ciento de los suicidios denunciados sucedieron en países de bajos y medianos ingresos. Los países más propensos fueron Guyana, Corea del Norte, Corea del Sur, Sri Lanka, Lituania, Surinam y Mozambique, en ese orden.
Entre los jóvenes de 15 a 29 años el suicidio es la segunda causa de muerte.
El homicidio intencional provoca casi medio millón de muertes al año, o un 0,8 por ciento de todas las defunciones. En 2012 fueron asesinadas 437.000 personas. Los hombres son aproximadamente 80 por ciento de las víctimas y 95 por ciento de los victimarios.
Más de la mitad de las víctimas de homicidio son menores de 30 años, mientras que ocho por ciento son niños y niñas menores de 15 años. Cerca de 15 por ciento de los asesinatos son consecuencia de la violencia de género, y las mujeres son 70 por ciento de las víctimas.
La mayor cantidad de homicidios se producen en países de América Central y del Sur, como Belice, El Salvador, Guatemala, Honduras y Venezuela, donde las tasas oscilan de 40 a 90 muertes cada 100.000 habitantes.
En los países de altos ingresos, como Alemania, Estados Unidos, Gran Bretaña y Japón, las tasas de homicidio son comparativamente bajas, con menos de cinco muertes cada 100.000 habitantes.
Las guerras y los conflictos civiles causaron 0,3 por ciento de las muertes en el planeta. Las 20 guerras más mortíferas de 2014 provocaron 164.000 víctimas, según el centro de investigación Proyecto para el Estudio del Siglo XXI.
Los cuatro conflictos más mortíferos en 2014 ocurrieron en Siria, con 76.000 muertes, Iraq (21.000), Afganistán (15.000) y Nigeria (12.000).
Las muertes derivadas de actos terroristas equivalen a 0,06 por ciento del total. En 2014 murieron 33.000 personas por esta causa, en comparación con las 18.000 de 2013. En Nigeria se produjo el mayor incremento, con 7.500 muertos en 2014, más de 300 por ciento por encima de la cifra de 2013.
Los actos terroristas están sumamente concentrados geográficamente. Casi 80 por ciento de las víctimas mortales por esta causa en 2014 se produjeron en Afganistán, Iraq, Nigeria, Pakistán y Siria.
Iraq es el país más afectado por el terrorismo, con el mayor número de atentados. Aproximadamente 30 por ciento de las muertes sucedidas en ese país en 2014 fueron consecuencia de ataques terroristas.
En 2014 murieron 607 personas por la aplicación de la pena de muerte. Aunque 22 países realizaron ejecuciones ese año, Arabia Saudita, Irán e Iraq concentraron más de 70 por ciento del total.
El número de ejecuciones es una subestimación, ya que algunos países no las declaran. En particular, la cifra no incluye a China, donde las estadísticas sobre la pena de muerte son un secreto de Estado.
Traducido por Álvaro Queiruga

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Siete perspectivas clave para la economía mundial en 2016

13 enero 2016 Gonzalo Toca


Cada vez son más los economistas que ven un año lleno de curvas y sorpresas. Éstas son algunas de ellas.

Nos las prometíamos relativamente felices después de los primeros meses de 2015, eso hay que reconocerlo. La economía global había entrado en una fase de crecimiento, lo peor de la crisis empezaba a verse por el retrovisor a pesar de las terribles cifras de paro de países como España y los precios de la energía y la laxitud de la política monetaria habían sellado una alianza virtuosa.
Sin embargo, conforme pasaba el tiempo, las cosas comenzaron a ponerse cada vez más turbias. La energía estaba barata, sí, pero el desplome se ha producido durante 19 meses y ha alcanzado tal intensidad (el barril cayó más de 40% entre 2014 y 2015) que se ha llevado por delante el crecimiento de muchos países productores de combustible. Entonces, empezamos a preguntarnos si Arabia Saudí podría quebrar y el FMI vaticinó que lo haría en cinco años si no tomaban medidas.
La política monetaria, sobre todo los ultra-bajos tipos de interés de Estados Unidos pero últimamente también los de la Unión Europea, hacía prever como decíamos muchas facilidades para crecer, porque incentivaba la inversión y era más cómodo endeudarse y devolver lo prestado. No tardamos mucho en descubrir que los tipos de la Reserva Federal de EE UU (Fed) habían alimentado durante años una burbuja de deuda privada en los emergentes que podría reventarnos en la cara próximamente.
Finalmente, la crudeza de las duras reformas y recortes sin anestesia y la desesperación de parte de la población que siente que la han engañado con las promesas de la globalización han multiplicado el protagonismo de partidos y líderes políticos de extrema izquierda y derecha en Europa o descarnadamente populistas (como Donald Trump) en Estados Unidos. Todo ello anima a dudar de que el crecimiento y la estabilidad de las economías vayan a traer tranquilidad y a evitar la recaída en la recesión.
¿Pero qué podemos esperar realmente para 2016? ¿Cuáles son las amenazas y las previsibles buenas noticias que nos aguardan?
Una inversora camina al lado de una pantalla que muestra los movimientos de la Bolsa en la provincia china de Zhejiang, enero de 2016. STR/AFP/Getty Images



1.Terror en los emergentes. El Banco Mundial ha advertido de que prácticamente todos los países emergentes, por primera vez desde los 80, están reduciendo su crecimiento al mismo tiempo. A eso se suma “un entorno externo particularmente desafiante para los exportadores de materias primas”, que deberían enfrentarse no solo a la caída del precio y la demanda de su principal fuente de ingresos sino también, y en esto coinciden con el resto, a unos flujos de inversión extranjera cada vez menores y a las presiones que los mercados ya han empezado a ejercer sobre sus monedas. El enfriamiento del comercio internacional está extendiendo el daño de los emergentes exportadores de materias primas a los de manufacturas.
2.China, el motor que se cala. Aunque nadie duda de que el crecimiento chino, seguramente próximo al 6% también este año, continúe asombrando al mundo, los expertos tampoco niegan los enormes peligrosque están haciendo que la locomotora del planeta empiece a calarse. Los principales motivos son y serán este año el derrape de las exportaciones globales de las que depende en gran medida su prosperidad, la tumultuosa transición de un modelo de crecimiento basado en la inversión a otro basado en el consumo, la espectacular deuda de sus empresas y la creciente salida de capitales –alrededor de 500.000 millones de dólares solo en 2015– que abandonan el país a la menor oportunidad.
3.¿Crisis de deuda en China y los emergentes? Ha llegado el momento de dejar de afirmar que China y los países emergentes no se pueden enfrentar a una devastadora crisis de deuda soberana solo porque sus porcentajes de deuda pública sobre el PIB son relativamente ligeros. Si tienen que nacionalizar mediante rescates parte de los 18 billones de dólares que deben sobre todo sus empresas para evitar grandes cifras de paro o el descontento de la población, la cosa resquebrajará sus finanzas públicas solo en cuestión de meses y semanas. La posible quiebra de esas compañías podría deberse al efecto combinado de la caída de sus ingresos, el rápido encarecimiento de su deuda (por la subida del dólar y por el mayor riesgo que aprecian sus acreedores) y los extremos vaivenes que están experimentando los precios de la energía.
Globos con las caras de los líderes de los países que conforman el G-7. Robert Michael/AFP/Getty Images



4.El contagio del mundo desarrollado.Maurice Obstfeld, consejero económico del FMI, fue claro en octubre y desde entonces la situación no ha mejorado. Según Obstfeld, “el principal riesgo a medio plazo para las economías desarrolladas es que flaquee aún más su bajo crecimiento económico hasta llegar al estancamiento sobre todo si la demanda mundial sigue frenándosepor  las expectativas de debilitamiento en los mercados emergentes”. En consecuencia, ningún Estado del G-7 crecerá más de un 2% este año a excepción de Reino Unido y Estados Unidos, según el Fondo Monetario Internacional.
5.India y Estados Unidos, ¿islas de prosperidad? Mientras las convulsiones surgen con fuerza volcánica en los emergentes, EE UU parece imperturbable. Sus niveles de desempleo están muy cerca de alcanzar los de 2007 (pueden caer por debajo del 5% de paro y convertirse así en la envidia de tantos países azotados por la crisis) mientras el FMI augura que la primera potencia global crecerá un 2,8% este año. Es una incógnita cuánto aguantará sin exhibir una sola cicatriz en los pilares de su economía. Si la demanda mundial sigue enfriándose –especialmente allí donde más aumentaba, es decir, en los emergentes– las exportaciones estadounidenses no tardarán en sufrir las consecuencias.
Aunque suela quedar eclipsada por China, India podría crecer alrededor más de un 7% este año, es decir, aproximadamente un punto más que el otro gigante asiático. Sin embargo, todo apunta a que los principales motores son el gasto público y una fuerte inversión en infraestructuras. Si no desatasca las reformas y el mercado internacional sigue perdiendo fuelle, cuando la mano visible del Gobierno se retire gradualmente en los próximos meses, la mano invisible del mercado y la iniciativa privada no podrán tomar el relevo. La consecuencia sería la que ya han conocido otros países desarrollados durante la crisis: los estímulos públicos sin reformas productivas se traducen en más deuda y apenas mejoran el nivel de vida de la población a largo plazo. Es verdad que India necesita puentes, carreteras y tuberías, pero también lo es que sin reformas el crecimiento que permitiría salir a tantos pobres de la miseria no será sostenible.
Un empleado de la Compañía de Petróleo de Kuwait. Yasser Al Zayyat/AFP/Getty Images



6.El dilema del petróleo. Los expertosencuestados por Reuters no han dejado de reducir sus expectativas sobre el precio del crudo para 2016 desde mediados del año pasado. A pesar de eso no creen que los Estados productores que integran la OPEP vayan a recortar la producción aunque siga desplomándose. Esto significa una buena noticia para los países que están recuperándose a duras penas de la crisis,  pues la energía suele ser un gran motor de inflación y una generosa porción de las importaciones. Sin embargo, esto puede dañar mortalmente a  muchas grandes petroleras y gasistas, embestir a los países que dependen del crudo que exportan y desestabilizar, sobre todo, a aquellos que sufren una enorme volatilidad política. Arabia Saudí y sus aliados del Golfo están castigando con suma dureza a democracias con gobiernos frágiles como Venezuela, tuteladas por religiosos como Irán, de corte autoritario como Rusia o con instituciones fallidas como las de Irak.
7.Un mar de incertidumbres. Es un misterio cómo afectará el nuevo enfrentamiento entre Irán y Arabia Saudí a los precios del crudo, cómo se producirá la transición política en Venezuela y probablemente en Brasil por culpa en parte del desplome del petróleo y del enfriamiento de las materias primas, hasta qué punto la multiplicación del gasto militar en Europa que se anunciará seguramente en junio se convertirá en un plan de estímulo disimulado o qué posibilidades realistas existen para los tratados de libre comercio entre Europa y Estados Unidos y Europa y China que se negociarán en 2016 concluyan con éxito. También es difícil imaginar el alcance de la erosión de las finanzas públicas comunitarias que provocarán las incontenibles oleadas de refugiados e inmigrantes de países en conflicto. Todas estas son incógnitas, peligros y quién sabe si oportunidades que ningún economista puede calcular.

FUENTE: http://www.esglobal.org/siete-perspectivas-clave-para-la-economia-mundial-en-2016/


En África mitigan el cambio climático a la vieja usanza

Por Frederic Mousseaun

El salvadoreño Adolfo es un ejemplo de los beneficios de la agroecología campesina. Crédito: Jason Taylor/Amigos de la Tierra Internacional
El salvadoreño Adolfo es un ejemplo de los beneficios de la agroecología campesina. Crédito: Jason Taylor/Amigos de la Tierra Internacional
Este es un artículo de opinión de Frederic Mousseau, director de políticas del Instituto Oakland y coordinador de la investigación del proyecto de agroecología.
OAKLAND, Estados Unidos, 14 ene 2016 (IPS) - Millones de agricultores africanos no necesitan adaptarse al cambio climático, ya lo hicieron gracias a la agroecología, basada en prácticas y saberes tradicionales que, además, permiten garantizar la seguridad alimentaria.
Como muchas comunidades en África, las de las Tierras Altas de Gamo, en Etiopía, están bien preparadas para las variaciones climáticas. La gran biodiversidad del área, la base de su sistema agrícola que les permite adaptar sus prácticas agrícolas con facilidad a las variaciones del clima.
La comunidad gamo también está acostumbrada a gestionar el ambiente y los recursos naturales de forma adecuada y sostenible, arraigada en sus costumbres y conocimientos tradicionales, lo que la vuelve resiliente a las inundaciones y a las sequías.
No se conocen estos casos exitosos porque quedan enterrados bajo la retórica del discurso favorable a un desarrollo basado en un cóctel destructivo de ignorancia, codicia y neocolonialismo.
Los sistemas agrícolas ancestrales suelen ser considerados como arcaicos por los gobiernos centrales, pero tienen mucho que enseñar al mundo, en especial frente a los desafíos planteados por el cambio climático y la inseguridad alimentaria.
A partir de los conocimientos indígenas, agricultores de todo el continente lograron acumular un montón de experiencias e innovaciones exitosas en materia agrícola. Estos esfuerzos se desarrollaron de forma consistente en las últimas décadas tras las sequías que impactaron a muchos países en los años 70 y 80.
En Kenia, el sistema de agricultura biointensiva se diseñó en los últimos 30 años para ayudar a los pequeños agricultores a cultivar la mayor cantidad de alimentos en las tierras más pobres y con un mínimo de agua.
Unos 200.000 agricultores keniatas, que alimentan a cerca de un millón de personas, adoptaron la agricultura biointensiva, que les permite utilizar hasta 90 por ciento menos de agua que con la alternativa convencional.
La agricultura biointensiva también les permite comprar entre 50 y 100 por ciento menos de fertilizantes, gracias a un conjunto de prácticas agroecológicas que suministran mayor materia orgánica al suelo, la casi continuidad de la cobertura de tierras cultivadas y una fertilidad adecuada para la buena salud de las plantas y las raíces.
La región del Sahel, en la frontera del desierto del Sahara, es conocida por sus duras condiciones ambientales y la amenaza de la desertificación. Lo que no se conoce tanto es el enorme éxito de las acciones adoptadas para frenar el avance de las tierras áridas, recuperar las tierras y el sustento de sus agricultores.
Lanzado en los años 80, el Proyecto de Desarrollo Rural Keita, en Níger, demoró unos 20 años en recuperar el equilibrio ecológico y mejorar de forma drástica la economía agraria en la zona.
En ese lapso, se plantaron unos 18 millones de árboles, la superficie bajo el bosque aumentó 300 por ciento, mientras la estepa con arbustos y las dunas disminuyeron 30 por ciento. Además, las tierras cultivables se expandieron en alrededor de 80 por ciento.
En África mitigan el cambio climático a la vieja usanza
Frédéric Mousseau. Crédito: Cortesía del autor
En toda la región, un gran número de proyectos utilizaron soluciones agroecológicas para restablecer las tierras degradadas y ahorrar los escasos recursos hídricos, al tiempo que aumentar la producción de alimentos y mejorar la resiliencia y el sustento de los agricultores.
En Tombuctú, en el norte de Malí, el Sistema de Intensificación del Arroz logró resultados sorprendentes, con una producción de nueve toneladas de este cereal por hectárea, más del doble de lo que permiten los métodos convencionales, al tiempo que se pudo ahorrar agua y otros insumos.
En Burkina Faso, las técnicas de conservación del agua y del suelo, incluida una versión modernizada de la tradicional forma de plantar con pozos zai, han sido muy exitosas para recuperar las tierras degradadas y mejorar la producción de alimentos y los ingresos.
Los países de África austral han estado lidiando con continuas sequías, que generan grandes pérdidas en los cultivos de maíz, el principal cereal en la región. Desde hace varios años, agricultores y gobiernos crearon una gran variedad de soluciones agroecológicas para evitar las crisis alimentarias e impulsar la resiliencia frente a los impactos climáticos.
El enfoque común ha sido el de abandonar el cultivo exclusivo de maíz, que es altamente vulnerable a las variaciones climáticas, además de muy costoso y demandante de la compra de insumos, como semillas híbridas y fertilizantes.
Las exitosas soluciones sostenibles y asequibles incluyen la gestión y la recolección de agua de lluvia, la ampliación de la agricultura de conservación y regenerativa, la promoción de la producción y el consumo demandioca y otros tubérculos, la diversificación de la producción y la integración de cultivos con árboles fertilizantesy plantas leguminosas que fijan el nitrógeno.
Los ejemplos anteriores proceden de una serie de 33 estudios de caso, divulgados por el Instituto Oakland, que ilustran el enorme éxito de la agricultura agroecológica en todo el continente africano frente al cambio climático, el hambre y la pobreza.
Uno de los aspectos que todos los casos tienen en común es que los agricultores, entre lo que hay muchas mujeres, están al frente de sus propios proyectos de desarrollo.
Otro elemento en común es que no se basan en insumos agrícolas externos, como las semillas comerciales, los fertilizantes sintéticos y los pesticidas químicos, la base de la agricultura llamada convencional.
Los principales insumos para la agroecología son la propia energía de la gente y el sentido común, conocimientos compartidos y, por supuesto, el respeto por, así como el uso adecuado de, los recursos naturales.
La pregunta de por qué no son conocidos estos casos exitosos es pertinente; quedan enterrados bajo la retórica del discurso favorable a un desarrollo basado en un cóctel destructivo de ignorancia, codicia y neocolonialismo.
Desde la crisis de los precios de los alimentos, en 2008, se escuchó una y otra vez el argumento de que África necesitaba de la inversión extranjera en la agricultura para “desarrollar” el continente, de una revolución verde, de más fertilizantes sintéticos y de cultivos transgénicos para combatir el hambre y la pobreza. Pues bien, los estudios de caso de la agroecología echan por tierra esos mitos.
La evidencia, hechos y datos irrefutables, está allí: millones de africanos ya diseñaron sus propias soluciones para su propio beneficio y lograron adaptarse tanto a los sistemas agrícolas insostenibles heredados de la época colonial como a los actuales desafíos que presentan el cambio climático y la degradación ambiental.
Otra buena noticia es que la transición a la agroecología es asequible para los gobiernos africanos, que ya gastan miles de millones de dólares al año en subsidios para fertilizantes y pesticidas.
En Malawi, los subsidios a la agricultura ascienden a cerca de 10 por ciento del presupuesto nacional anual.
La evidencia existente, basada en la experiencia de millones de agricultores, debería impulsar a los gobiernos africanos a optar por la única alternativa razonable: que este continente sea el protagonista en la superación del hambre y en la explotación corporativa y avance hacia una forma sostenible y adaptada al clima para la producción de alimentos para todos.
Traducido por Verónica Firme


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