21 enero 2015
Andrés Cala
La caída de los precios del crudo que estamos viviendo solo tiene un precedente en la Historia, empezando en la segunda mitad de 2008, al comienzo de la peor crisis económica global en casi un siglo. Es esa ocasión fue la incertidumbre sobre cuánto se contraería la economía mundial. Ahora se debe a la pura y dura manipulación del mercado por parte de Arabia Saudí, país que se niega a recortar la producción, tumbando los precios del barril de Brent más de 55%, alrededor de los 50 dólares desde junio de 2014. Los mercados escarban por cualquier pista que indique un suelo, pero por primera vez no será la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) quien decida.
“La OPEP recortará la producción tarde o temprano”
Irrelevante porque la unidad de la OPEP es nula. En todo caso, Arabia Saudí es el único capaz de afectar el suministro abriendo y cerrando el grifo a su antojo. Pero los saudíes tienen poco incentivo para recortar la producción, al menos hasta el verano, y por tanto el suministro global seguirá aumentando.
Su motivación es tanto geopolítica como económica. Por un lado, pretende paliar el músculo de Irán, su máximo adversario, y el de Rusia, que junto con Teherán es el mayor obstáculo en su agenda regional. Y al mismo tiempo busca reconfigurar a golpe de fuerza y a su conveniencia el mercado del crudo, atacando a sus competidores con una estrategia monopolística clásica.
Pero al hacerlo no solo mata a la OPEP, sino que Riad abandona su papel como regulador de precios, que es la fuente de su poder. El mercado encontrará su equilibrio, como lo hace siempre, pero la corrección vendrá por el lado de la demanda y del suministro fuera de la OPEP. De hecho, a medida que bajan los precios del oro negro, los bancos de inversión y organismos como la Agencia Internacional de la Energía van aumentando sus proyecciones, anticipando un mayor incremento de la demanda. Cuesta menos, por tanto, se consume más. Paralelamente los altos precios, tal y como pretende Arabia Saudí, sacarán del mercado la producción de crudos más caros. Qué países ganan: los que ofrezcan la mejor relación entre volumen y coste, donde los saudíes tienen una clara ventaja.
Arabia Saudí sí recortará su producción, seguramente, dependiendo de cuándo se suavicen las sanciones contra Irán. Pero para entonces, el mercado habrá absorbido su nueva política petrolera unilateral, y no como árbitro, bombeando a niveles máximos como lo hace Rusia, Estados Unidos y la gran mayoría de países fuera de la OPEP.
“Rusia e Irán son los más perjudicados por los saudíes”
En términos económicos absolutos, sí. Rusia es el segundo mayor exportador del mundo, pero con costes de producción y transporte en torno a los 30 dólares por barril, comparado a los cinco dólares de Arabia Saudí. Además el desplome coincide con las sanciones de Occidente, la devaluación de su moneda y otras dolencias que sin duda atenúan su política exterior. El caso de Irán, el otro presunto objetivo de Riad, es parecido, con la salvedad que lleva años acomodándose al desplome de su ingreso petrolero y que su gasto público no es tan dependiente de los ingresos del crudo (según dijo el presidente iraní, Hasán Rohaní, recientemente, el 30% es para Irán en contraste con más del 90% para Arabia Saudí y Kuwait).
Estamos hablando de Rusia e Irán, ambos países poseen importantes reservas económicas y la voluntad de resistencia. Pueden soportar el golpe mejor que muchos otros grandes y medianos productores y están plenamente preparados para hacerlo, aunque no les guste nada lo que los saudíes están haciendo. Además, la prioridad de Moscú es Ucrania y su vecindario, mientras que para Teherán son las negociaciones para suavizar las sanciones de Occidente.
A corto plazo ambos Esatdos tendrán que adaptarse como Occidente lo hace cuando le toca pagar altos precios del petróleo. Pero bajo ninguna circunstancia Riad va a obligar a ninguno de los dos a claudicar, lo cual implicaría que el Kremlin aceptará el fin del régimen sirio y que Teherán se replegará a lo largo de Oriente Medio, sobre todo en Siria, Líbano, Yemen y Bahréin.
“La producción de esquistos de Estados Unidos disminuirá”
No exactamente. La prensa se ha centrado en los esquistos porque presumiblemente es el blanco de los saudíes en el plano económico. Es verdad que los costes marginales de producción son de alrededor de 70 dólares por barril, pero gran parte de la explotación actual está por debajo de los 50 dólares por barril. Esto quiere decir que la producción de esquistos seguirá aumentando, simplemente no lo hará al ritmo vertiginoso de los últimos años.
Los productores de esquistos gozan de un músculo financiero importante que amortiguará el golpe durante unos meses y de una curva tecnológica que les ha permitido rebajar costes de manera rápida, algo que no ocurre en la explotación tradicional.
La explotación de esquistos además es más versátil. Requiere de un capital inicial más alto que el de las convencionales, pero su producción repunta mucho más rápido, ofreciendo un retorno de la inversión más atractivo. Ahora sus pozos se agotan más rápido y la sostenibilidad económica requiere perforar muchos más. Es la naturaleza misma de su industria, algo que les permite más fácilmente graduar sus inversiones y adaptarse a esta coyuntura.
De hecho, un estudio detallado de la consultora Wood Mackenzie que evaluó los pozos que producen el 75% del petróleo mundial, concluye que a 50 dólares por barril, menos de 0,2% de la producción global entraría en pérdidas. Si cae a los 45 dólares, solo el 0,4% entraría en números rojos, pero si disminuye a los 40 dólares habría una corrección fuerte ya que el 1,6% sería inviable. Los esquistos no perderían dinero hasta por debajo de los 40 dólares.
“La inversión en producción futura caerá”
Sin duda. Y aquí hay que diferenciar entre producir a pérdida y dejar de invertir. Son dos cosas muy distintas. La primera tiene un efecto inmediato y la segunda se absorbe a lo largo de meses.
Antes de que se vean afectados los esquistos, muchos otros sufrirán las consecuencias de la política saudí. El coste marginal de producción de las arenas bituminosas de Canadá es de 90 dólares por barril y el de las aguas profundas de Brasil de 80 dólares por barril. En circunstancias similares se encuentran las explotaciones marítimas de África como Ghana, Costa de Marfil y Angola.
También sufrirán los países con explotaciones maduras que necesitan de inversión fresca y urgente para compensar el declive natural de sus pozos como son México y Venezuela, si bien sus costos marginales actuales son relativamente bajos a 30 dólares. Noruega y Reino Unido los tienen de 50 dólares, pero también son pozos maduros. Y a diferencia de los Estados, las empresas privadas que lideran proyectos en países desarrollados, o que en todo caso aportan capital y tecnología indispensable en ellos, no pueden entrar en déficit.
Finalmente están los suministros alternativos como los biocombustibles en Europa y Brasil con costos marginales de 110 dólares y 65 dólares. En menor medida quedarán tocadas las energías renovables, aunque éstas abastecen sobre todo los mercados eléctricos no a los líquidos que se utilizan en el transporte donde reina el petróleo. Aunque las políticas siguen impulsando su implantación en el mundo desarrollado, los mercados emergentes se enfocan más en la economía, y con precios tan bajos del crudo, se hace más difícil justificarlas.
“El mercado se acomodará”
Sí, pero su configuración será muy distinta. Es poco probable que la producción actual disminuya, pero al crecer mucho menos, mientras la demanda aumenta el mercado, encontrará su equilibrio.
La OPEP seguirá produciendo unos 30 millones de barriles al día, quizás más a medida que Libia e Irak aumentan la producción, en el caso libio más incierto, pero en el caso iraquí ya bien encaminado, y también si Irán recupera terreno. Pero más pronto que tarde la oferta y demanda se estabilizarán por definición.
Y si a eso se añade el riesgo geopolítico, el margen de error saudí es pequeño. Ya ganó la batalla a corto plazo, pero a medio plazo se verá obligado a replegarse.
“Los precios pueden volver a los 115 dólares por barril”
No a corto plazo. Además del aumento de consumo y recortes de inversión están los riesgos geopolíticos. La volatilidad de Oriente Medio es tal que amenaza cada vez más a los saudíes. Este mesyihadistas atacaron un puesto fronterizo de Arabia Saudí desde Irak. Hay amenazas al suministro en todo el mundo, desde Venezuela hasta África, y la caída de precios en países productores incrementa los riesgos geopolíticos.
Si Irán, Irak y Libia vuelven al mercado simultáneamente, hay poco que pueda atajar un desplome de precios de nuevo. La fortaleza del dólar también hunde los precios.
Pero ese es el punto. Los mercados de crudo obedecen a docenas de factores y acontecimientos, a la baja y al alza. Pero de aquí en adelante hay dos certezas: que la OPEP ya no será quien decida, ni siquiera los saudíes, y que el mercado se estabilizará en base a la oferta y demanda tarde o temprano.
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