Por Maribel Rodrigo | La otra cara de la moneda – vie, 15 may 2015 16:28 CEST
Dinamarca quiere ser el primer país de Europa en eliminar pagos en metálico en tiendas de ropa, restaurantes y gasolineras y otros negocios. Es más, si el trámite parlamentario sigue el cauce previsto, la medida se aprobará en los próximos meses y entrará en vigor a principios de 2016.
Esta propuesta se apoya en la popularidad de los pagos móviles en algunos países del norte de Europa tales como Dinamarca, Suecia, Noruega, Islandia y Finlandia. Allí se ha extendido en los últimos años la tendencia de abonar incluso las compras más pequeñas -un periódico o un paquete de chicles, por ejemplo –sin usar dinero en efectivo. En Dinamarca concretamente, uno de cada tres ciudadanos usa aplicaciones móviles tipo MobilePay para hacer sus pagos en tiendas o transferir dinero a otros teléfonos.
Según el Gobierno, la medida permitirá a los comerciantes ahorrar y aumentar su productividad, mientras que los compradores evitarán los inconvenientes asociados al manejo de billetes y monedas.
Pero lo que es más importante (y esto no lo dice con tanta claridad el Gobierno danés) es que esta decisión ayudará a controlar el dinero en circulación,dificultará el blanqueo y pondrá trabas a la actividad de la economía sumergida, que en este país supone alrededor del 15% del PIB.
La propuesta ayudará (y mucho) a facilitar la supervisión y transparencia de las operaciones financieras no sólo en este país. Otros también han anunciado un endurecimiento del uso de efectivo. Es el caso de Francia, donde a partir de septiembre los pagos con dinero en metálico se limitarán a mil euros y los bancos deberán informar a las autoridades de todas las transferencias que superen los 10.000 euros dentro de la UE. En España, el Gobierno aprobó el año pasado la Ley de Lucha contra el Fraude, que prohíbe los pagos en efectivo por más de 2.500 euros (15.000 si el pagador es un particular no residente) y sanciones del 25% para quienes no cumplan. Las medidas antifraude en Grecia son aún más drásticas, movidas por la salida de capitales derivada de crisis que vive el país: todos los pagos que superen los 70 euros deben realizarse con cheques o con tarjetas de crédito. Todo bajo control.
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Si prospera la propuesta danesa, el Gobierno sale ganando y la banca también, ya que aumentarán sus ingresos por comisiones y ahorrará en gastos de gestión. De ahí que la iniciativa cuente con el apoyo del principal lobby financiero del país: Finansraadet. Es cierto que, si desaparece el dinero en efectivo, las tiendas podrán reducir sus gastos en vigilantes, pero tendrán que instalar más sistemas tecnológicos para tramitar los pagos, poner circuitos de vigilancia y pagar a los bancos la comisión correspondiente por cada una de las ventas abonadas con tarjeta.
El asunto va aún más allá. El uso de las aplicaciones móviles se ha extendido tanto en el norte de Europa que algunas iglesias y mendigos han empezado a usar lectores de tarjetas para gestionar las limosnas. Por el momento, parece que las iglesias no se plantean sustituir los tradicionales cepillos por sistemas colecta con microchip, pero parece evidente que no van a perder la oportunidad de que cualquiera haga su donativo.
La eliminación del efectivo no es tan sencilla ni está exenta de riesgos. De hecho, el fraude electrónico se ha duplicado en el último año y los expertos auguran que habrá un crecimiento importante del crimen cibernético, un delito mucho más sofisticado y global que los tradicionales atracos.
Si esta medida se pone en marcha de una forma tan radical como parece, surge un nuevo riesgo: que cualquier incidencia en las comunicaciones o la pérdida del móvil nos dejen literalmente en la calle. Por no hablar de cómo sería la vida para los habitantes de pequeñas poblaciones, lugares montañosos y colectivos que no tienen el ADSL y la fibra óptica en el centro de sus vidas.
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